O buraco Branco
da forastera
O Buraco Branco
https://osalto.gal/migracion/alejandra-aguirre-arte-resistencia- comunidade
¿Por qué "O Buraco Branco da forastera" y por qué te autodefines como forastera? ¿No te sientes bien acogida en Galicia?
O Buraco Branco es, quizás, lo contrario al agujero negro. Es la búsqueda de diálogo en un sector tan fragmentado en Galicia como es el sector cultural. Si bien es un programa que dedicó sus primeras entrevistas a reflexionar sobre la figura del intérprete, esto no es más que un pie forzado para abordar otros temas. La idea es conversar más allá de la escena, conversar con quienes interpretan y decodifican la vida y este Mundo que hoy amenaza en tornarse cada vez más fascista. Siempre voy a lanzar las preguntas desde mi castellano migrante con acento cubano y me responderán en galego o como desee cada persona.
En cuanto a ser forastera, es un hecho, no soy de aquí. Ser forastera es una perspectiva desde donde observo y narro, sea con un bolígrafo o una cámara. Siempre voy a situarme ahí: la extranjera, la migrante, la otra, es el lugar que me corresponde mientras siga escuchando vosotros en lugar de nosotros. Soy forastera desde niña, desde que mi madre abandonó Quito para irse conmigo en el año 84 al a Nicaragua y luego a La Habana donde permanecí 20 años hasta que llegué a Madrid en 2004. En Coruña llevo catorce que es la edad de mi hija mayor nacida en el Teresa Herrera. Siempre he sido forastera. Y no es sólo una declaración de principios, me preguntas si me siento bien acogida, pues a veces sí y otras no. Encajar en la sociedad gallega es delicado y va más allá del tópico de que “son muy cerrados o si nuca se sabe si suben o bajan la escalera”. Creo simplemente que Coruña como una parte más de Galicia ha sufrido un trauma histórico como colonia pero a día de hoy le falta memoria migrante y le sobra conservadurismo. Ese conservadurismo abarca y toma forma discursiva hasta en las posturas más “progresistas” dizque de izquierda, abarca incluso a ciertos feminismos. Pero no es un mal de Galicia, creo que es un mal europeo.
¿Te gusta A Coruña?
Es una ciudad con mar, yo crecí en una ciudad con mar y confío mucho en las bondades de las olas contra el arrecife: la piedra se va puliendo. Coruña tiene su lado hostil pero como parte de Galicia plantea un modo de relacionarse desde una sencillez muy candorosa que es el reverso de esa suspicacia tan famosa. La gente, una vez que confía, muestra una generosidad que me devuelve a La Habana pero con más comida. Lo digo por esa fascinación pantagruélica de sentarse a la mesa y compartir y afianzar vínculos desde lo más honesto y desprejuiciado. En cambio las comidas familiares obligatorias del fin de semana me parecen una tortura, en espacial cuando el núcleo familiar lleva décadas de secretismo y resentimiento, cosa que también he vivido: ese control que ejerce quien preside la mesa, el acuerdo tácito de quienes hablan y quienes deben callarse, quienes hacen las bromas y quienes las ríen y quienes, finalmente, lavan la vajilla. Es un sketch navideño a lo largo del año que me afectó en mi intento fracasado de construir una familia, ese tipo de familias que ahora llaman mixtas. Lo menciono porque aunque hable desde mi singularidad, hablo de costumbres afianzadas que por supuesto no se dan en todas las familias pero sí en muchas. España conserva un lastre católico que por mucho que se haya secularizado ha calado en el modelo de familia con un moralismo malsano.
Si fuera a hablar de la ciudad, cuando llegué aquí, me gustó la arquitectura de los distritos del centro. Sin embrago, bajo la sombra del art nouveau no tardé en percibir la frialdad y un trazado clasista bien coreografiado en zonas como la Plaza de Vigo. Por suerte tuve la fortuna hace diez años de documentar un proyecto destinado a recoger la memoria de los barrios, donde la arquitectura ya es otra y durante ese procesos de investigación conocí un poco la esencia de barrios como Labañou, Katanga, La Silva, Os Mariñeiros y todo eso de la mano de Xurxo Soto. Con aquellos testimonios finalmente respiré humanidad y no cualquiera. Esa humanidad firme y resiliente donde la heroína hizo estragos, y las madres lucharon contra el narcotráfico y la corrupción. Es esa humanidad la que hoy se levanta contra Altri, la misma que en su momento fue a sacar chapoteo cuando el Prestige. De esos barrios viene gente como Roberto Rivas, el bombero que se negó a participar en el desahucio de a una anciana. De esa humanidad he aprendido mucho porque vengo de un país donde la solidaridad ha sido un lema, un dictado social, algo que durante años se practicó pero al mismo tiempo, se convirtió en un discurso de poder que ha limitado un sentimiento comunal espontáneo.
Las gallegas y los gallegos siempre hemos migrado, muchos hacia tu querida Cuba. ¿Cómo crees que estamos acogiendo ahora a la gente que llega? ¿Notas mucho racismo?
Hay varias Galicias en sí misma, las hay solidarias y acogedoras y también con prejuicios y un elevado clasismo y ridiculez. Hay discursos racistas que están ahí, a veces explícitos, otras veces más sutiles, lo que me parece incluso más peligrosos. Como narradora, me interesan esas contradicciones. Tampoco podría responderte esta pregunta en pocas líneas. Vuelvo a lo mismo, creo que el origen está en el proyecto civilizatorio europeo como diría tu amigo Grosfoguel, donde el extractivismo ha jugado su papel de la mano del patriarcado, del cartesianismo y del cristianemos trinitario. Y lo peor es que es algo que siguen reproduciendo contra sí mismos: Altri, es el ejemplo más reciente de ese horror civilizatorio. La Xunta apuesta por una macrocelulosa que consumirá millones de litros de agua diariamente y generara residuos casi en la misma proporción acabando con ese ecosistema y con la actividad económica de tantos emprendimientos locales ¿qué tiene que ver con el racismo? Pues el racisismo y el clasismo van de la mano; si al poder poco le importan las manifestaciones masivas de su propia gente, menos le va importar la opinión de quienes llegamos de fuera en términos ya no de medio ambiente sino de justicia social en general. Si las instituciones se manejan así, parte de la sociedad se manejará de igual manera.
¿Qué buscas en este proyecto? ¿Cuáles son las ideas o temáticas que quieres desarrollar?
No te creas que tengo grandes pretensiones. O buraco Branco nació de la angustia y de la necesidad de conversar como casi todos mis proyectos. Busco eso, un espacio para drenar la angustia y conversar de forma pausada y reflexiva que no responda a la inmediatez ni al ritmo vertiginoso de los algoritmos. Esto probablemente me lleve al fracaso pero confío en la posteridad de ciertos fracasos. Me gusta (siempre ha sido así) hablar con creadores sobre sus procesos en sus contextos y Galicia en ese sentido también tiene sus particularidad. Hay mucho talento en esta tierra. Y como te decía antes, ya empecé a conversar con personas que no forma parte del sector artístico. Se irá ampliando. También quiero conversar con creadores e intérpretes migrantes que llevan años aquí. Las entrevistas serán con personas del mundo de la cultura que en realidad somos todos.
Por el momento has conversado con Lucía Aldao, Patricia de Lorenzo, Melania Cruz. ¿Qué has podido aprender con ellas?
Lucía y Patricia son dos voces singulares de la escena cultural gallega. Con ellas aprendes que el arte no es solo creación, sino también resistencia y comunidad. Lucía Aldao es de broma rápida, conversa con un humor inteligente donde subyace (poeta al fin) un lirismo y una coherencia muy atractivas. Patricia de Lorenzo es un monumento escénico y tenerla al frente con tanta sencillez es un golpe de humildad. Cada frase suya no viene de otro lugar que la honestidad y la experiencia. Melania Cruz es también una gran intérprete, con mucho oficio, con un talento arrollador que va ganado espacio en las tablas, en las series, en el cine y en lo particular es una persona que ha sido muy dulce conmigo. Prefiero compartirte fragmentos de las entrevistas que hablar mucho más de ellas:
Actualmente, en el mundo audiovisual, se ha tendido a hacer piezas cortas. Tú has apostado por entrevistas de más de 30 minutos. ¿Cómo está siendo la acogida?
La apuesta por entrevistas largas es consciente. Hay muchos espacios para el contenido rápido e inmediato, pero creo que también hay sed de conversaciones distendidas, de relatos que no se puedan resumir en un minuto. El feedback está siendo positivo entre quienes valoran este tipo de formatos.
¿Y el de la producción audiovisual?
Hay creadoras y creadores talentosos pero también hay precariedad, falta de estabilidad y dificultades para producir proyectos con continuidad. Yo misma en el año 2022 gané una subvención de Talento de AGADIC y no se ha podido terminar ese largometraje por falta de financiación y por falta de otras de una gestión correcta por parte de los coproductores pero es un tema que haré público en unos meses.
¿Qué opinión te merece el continuo cuestionamiento desde sectores conservadores de la financiación pública en el sector cultural y del cine? ¿Cómo convencer al público de la necesidad de invertir en cultura?
Creo que el tema no es por qué deben financiar el arte o cómo convencer al público. Este es un país con la mayor cantidad de bares de Europa. Uno por cada 175 personas dicen las estadística. No te digo que haya la misma cantidad de teatros, cines y museos pero en los ocho años que viví en Madrid vi cómo el teatro Albeniz se convertía en otra cosa. Ahora es un Hotel. Yo trabajaba justo al frente y daba pena ver como sacaban el patio de butacas. Lo mismo pasó con el teatro Arenal que terminó siendo un gimnasio. La gente libera tensión con alcohol o con ejercicio y la verdad es que una forma igualmente efectiva y un tanto más saludable es ir al teatro. La pregunta es como garantizar diversidad, calidad y accesibilidad. En Cuba la gente bebía, bailaba, hacía pesas pero además iba al teatro con frecuencia. No era un lujo. Se trata de una política cultural. Hubo mil errores pero esta es una realidad: el arte era accesible. Del cine, como otras artes, necesita apoyo para poder existir y competir en igualdad de condiciones con otras industrias.
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